Nombre:

Casa de Vázquez

Base territorial:

14 Ha en propiedad y 7 en alquiler (3 de ellas del BTG –Banco de Terras de Galicia), dedicadas a prado la mayoría, en torno a 3 plantación forestal (pinos y castaños), 1 la sementera de cereal, y aproximadamente 1 a plantación de manzanos (en las que también se pastorea).

Actividad productiva:

Con 20 vacas nutrices y 300 plantas de manzanos, en el año 2015 se produjeron:  3800 kg de carne de Ternera Gallega Suprema, y 15 Tm de manzana ecológica (certificada desde 1999) con enfoque sidrero. Este año no hubo producciones forestales.

Actividad no productiva (por el momento):

Museo integrado de maquinaria agrícola clásica, con más 20 máquinas grandes en exposición permanente, colección de pequeñas herramientas y de miniaturas de maquinaria agrícola, además de archivo.

Datos curiosos:

Uso 3,5 Kg de pienso por kg de carne producida

Me llamo Marcos, soy de Trasliste, (Ayuntamiento de Láncara), tengo 42 años y soy Labrador de pensamiento y de hacer. La casa de labranza que heredé de mi familia existe desde más de 200 años y gracias a las decisiones recientes de mis antecesores, que decidieron invertir en mi formación, soy ingeniero, máster, entiendo idiomas y me estoy doctorando. Pero no solo por compromiso soy Labrador, lo soy, porque, además de gustarme, creo firmemente que es una oportunidad promotora de calidad de vida y profesión de futuro, siempre y cuando se mude el rumbo de ver el rural, el agro, o tal vez “el campo” (las palabras son importantes) como un productor de dinero y no de alimentos y calidad de vida para todos/as.

En la actualidad, además de atender todas las labores agrarias y ganaderas de mi casa de labranza, ser titular de los CEA, y cotizar a la Seguridad Social (SS) cómo autónomo en el régimen agrario, desarrollo más actividades relacionadas con mi formación, aunque, mi aspiración sincera es ser tan sólo labrador... ¿Por qué no lo hago ya? Existió en nuestro país, existe, y también en muchas regiones de Europa, la tendencia de que los niños estudiaran y abandonaran el rural, por entenderlo sinónimo de retraso y penosidad en el trabajo; en mi caso (por suerte), esta fase ha sido superada con éxito, pero no sin esfuerzos (muchas veces arduos y complejos de vencer). Ahora, para ser labrador a tiempo completo, sólo me queda dejar la parte de mi vida que dedica horas y esfuerzos a cumplir con trabajos cuya satisfacción y realización personal sólo pasan por tener más dinero a fin de mes.

Aun teniendo mi edad, cierto equilibrio entre formación y experiencia, y energía suficiente para enfrentar nuevos retos, reconozco que no es fácil en el territorio donde nací (y tanto amo) tomar la decisión de ser solo labrador (que ya soy a tiempo parcial). Las presiones familiares, las herencias, los tópicos sociales, el distinto acceso a los recursos (rural - urbano) sobre todo atendiendo al acceso a la formación de los niños, y la conformación de una nueva familia plenamente asentada en el rural, son cargas pesadas que entiendo que no exista mucha gente dispuesta a aceptar; pero: ¿Qué pasó en tan poco tiempo? Yo recuerdo la calidad de vida que disfruté siendo niño 100% labrador, la felicidad de mi ser realizando tareas propias de niño labrador, y vivencias tan dulces como la de ser llevado a la escuela por mi abuelo en el asno de la casa... Me siento incapaz de hacer tan feliz a mi hijo como he sido yo, y, supuestamente está accediendo a mucha más oferta de recursos de la que yo accedí. Toda esta historia no es personalismo ni afán de protagonismo, es el reflejo, bajo mi óptica, pero sin practicar juicio a mi nivel, de una situación concreta de la infinita casuística, cuyos matices de fondo son comunes y objetivos: la pérdida de autoestima del trabajador del rural (campesino, labrador, paisano no tanto agricultor o ganadero) y la insuficiente valoración del trabajo que realiza por parte del resto de la sociedad. Pero, esto último ¿es una consecuencia? ¿O no?

Después de esta radiografía que quiere ser prueba de sinceridad, viene la crítica, a la cual me gustaría recibir una respuesta:

- Me incorporé oficialmente en julio de 2014, (aunque llevaba trabajando toda la vida), justo cuando la última titular, mi madre, tuvo la oportunidad de jubilarse, y si las cuentas no fallan, ya no fui considerado agricultor joven (nací en marzo del 1973). Que bien, ¿significa que a los 40 años ya no se puede emprender? Y nada de ayudas a la incorporación.
- Aunque en otro de los trabajos que desarrollo en mi vida por los que recibo una remuneración económica, cotizan por mí a la Seguridad Social (SS) a tiempo completo en el régimen general, después de elevar la consulta a todos los niveles de administración, resulta que tengo que pagar, para incorporarme, también a la SS a tiempo completo como trabajador autónomo. Que bien otra vez, pago a la SS, cuando menos, por 16 horas al día, pero, cuando me jubile, si llego allá y doy mantenido esta situación, tengo que elegir por qué régimen me jubilo, puesto que, pese a contribuir doble, no puedo percibir más que mitad. Magnífico.
- Llegan los planes de mejora para las explotaciones, y como usted comprenderá, por su avanzado conocimiento del tema, no puedo acceder por la condición de que no se me considera que trabaje bastante…

Resumiendo, por trabajar más, cotizo mucho más a la SS, aporto más al IRPF, percibo menos prestaciones a mis actividades productivas (quedando en desventaja por agravio comparativo), y, para colmo, en el futuro, si llego a la jubilación, la administración no puede repercutirme mi esfuerzo. En definitiva, el cocktail perfecto para que se conserven muchas labranzas tipo de la que por suerte me tocó.

De todas maneras, la labranza en la que trabajo, es sostenible de cara al futuro, y valen para defender la postura uno de los datos relevantes del año 2015 (entre otros): pese a no percibir ayudas para mejora, ni incorporaciones, y tan solo con el pago del 75% del pago por vacas nodrizas (1700€), y su pequeña dimensión, produjo 1.3 veces el SMI neto.

El cambio de paradigma es posible, creer en nuestro rural y en la gente que trabajamos de forma distinta en él es fácil, (hablo de las pequeñas labranzas, de los ganaderos que producen leche a menos de 20 céntimos, que los hay, y muchos, de los que practicamos el tiempo parcial), y sí me atreví a hacer este acto de sinceridad con usted es porque percibí en las veces que la escuché hablar que también tiene sentimiento de labradora, algo imprescindible para entender lo que digo, también algo que no percibí en casi ningún alto mando relacionado con el rural desde hace mucho tiempo. La animo, y muestro mi apoyo en la medida de las posibilidades a producir grandes cambios, como, por ejemplo, poner en valor 41.000 Ha de las casi 800.000 abandonadas en Galicia, que servirían para no tener que importar cereales y maíz del otro lado del atlántico.

Simplemente GRACIAS por escucharme y enhorabuena por su actitud.

Marcos Vázquez