Un creador poeta con sensatez
Lino nació en 1979 en Milán. Su familia venía del sur de Italia, campesinos por parte paterna; creció en la ciudad. Amante de la creación se orientó hacia el grafismo y la joyería. Desde la adolescencia trabajaba con pasión diferentes materiales: la madera, la arcilla, la cera y finalmente el metal. Trabajó como joyero durante ocho años. Fue al llegar a París para continuar con su oficio cuando se inició su cambio de trayectoria:
“Me dije que había demasiadas cosas que no iban bien; lo relacionado con mi alimentación, la influencia que ésta tenía sobre mi salud, sobre mi manera de ser, me cuestioné sobre todo eso. Yo veía que lo que comía en París no tenía en absoluto el mismo gusto que lo que venía de la huerta de mi padre.” Lino constató que muchas personas tenían problemas causados por su alimentación pero lo ignoraban o no tenían alternativa: “Es verdad que ciertos productos ecológicos pueden ser algo caros en París y por eso hay que tratar de tener iniciativas a nivel local; yo empecé a plantearme preguntas sobre el impacto de la agricultura en nuestras vidas y quise aportar soluciones.”
Cuestionó también su vida en la ciudad : “En las grandes ciudades hay espacios de encuentro pero no hay realmente espacios humanos. Siempre se está sobre el cemento, expuestos a un flujo permanente de noticias y de informaciones que nos alejan de lo que nos hace sentirnos bien. Tengo un verdadero sentimiento de bienestar cuando estoy en los parques, en la montaña, en el mar, en la naturaleza en una palabra.”
Siempre estuvo en movimientos militantes más relacionados con lo social, pero entonces se interesó por la ecología, las relaciones entre el Hombre y la Naturaleza y en la búsqueda de soluciones para restaurar su equilibrio en una aglomeración de hombres.
Cobra sentido entonces que Lino se distanciara de su trabajo de orfebre : “Mi trabajo era muy contaminante, por los ácidos que utilizaba y también por los métodos de extracción de metales. En éstos interviene una mano de obra explotada y tienen consecuencias desastrosas para el ecosistema. Yo formaba parte de esa cadena y constaté que no podía aportar soluciones así que debí cambiar de vía.” Siempre movido por su afán de creación de belleza, durable esta vez, se dirige naturalmente hacia la agricultura. Siente que en ella encontrará más bienestar y equilibrio, tiene en mente el sueño del campesino sonriente y realizado que, tridente en mano, mira con orgullo su cultivo.
«Caminante no hay camino, se hace camino al andar…» Antonio Machado
Lino se imagina en el campo, hablando de las plantas y explicando la complejidad de los ecosistemas. Pero antes debe aprender, practicar, encontrar las personas adecuadas para trazar su recorrido y emprender el mejor camino. Decide para ello ver si es capaz de trabajar en exterior y en todas las estaciones; durante dos años trabaja como repartidor en bicicleta por París. “Me gustó, me gusta estar en el exterior, poder respirar, observar lo que tengo alrededor y vivir el instante. En mi taller de joyero no veía nunca la luz del día.”
Se matriculó entonces para hacer un BPREA (Brevet Profesional de Responsable de Explotación Agrícola) en cultivo de huerta biológico en la región parisina. Constató que el discurso dominante en esta formación estaba muy influenciado por el de los políticos : producción intensiva, mecanización, grandes superficies, rentabilidad… Lino manifestó sus ideas y necesidades a sus profesores que le aconsejaron libros y lo orientaron hacia los productores que respondían a sus expectativas. “Al principio de la formación había un conflicto en la clase entre los que sostenían el modelo de una agricultura local, a pequeña escala en agroecología y los grandes agricultores con sus enormes tractores. Pero al discutir con personas diferentes te das cuenta que entraron en ese sistema por imitación pero que son tan apasionados como tú y que tienen también familias y obligaciones. Llegué a la conclusión de que antes que crear un conflicto hay que mejorar el diálogo. Veo que las cosas cambian poco a poco y eso me da la fuerza para continuar.”
La Corte de Versalles comía melocotones de Montreuil
Con su diploma BPREA obtenido, Lino tuvo la ocasión de ser responsable de un jardín de la asociación “El sentido del humus” de Montreuil. Era un jardín experimental y educativo, que se inspiraba de la permacultura y donde se evaluaban los diferentes métodos de jardinería ecológica existentes y las técnicas de mejora del suelo.
Un jardín con un centenar de frutales que pertenece a la última horticultora de Montreuil.
En tiempos pasados se cultivaban en los jardines de Montreuil flores, legumbres y sobre todo melocotones para la Corte de Versalles, la de Inglaterra y la de los Zares de Rusia. Los cercados o Muros de Melocotones están rodeados de muros cubiertos de yeso lo que permite crear un microclima favorable a las plantaciones.
El jardín es también un lugar de acogida y de inserción de marginales : “Parados de larga duración o que ya no buscan empleo, jubilados, personas en situación de discapacidad, jóvenes inmigrantes con dificultades de lengua se (re) construyen con una actividad práctica de jardinería, con actividades de sensibilización, gracias a la vida en grupo, convivial y solidaria.” Lino luchó con la asociación para evitar que la ciudad ganase terreno sobre los jardines y para que siguieran viviendo.
¡Hacerse campesino, cuidar la tierra y los hombres, en ruta hacia Italia!
Lino pensaba quedarse en Francia para cultivar pero el encuentro con su compañera (Francesca) le hace volver a Italia. Ambos tienen hoy el proyecto de crear una micro-granja en uno de los fuertes de Génova.
“Queremos, entre otras cosas, mostrar cuántas personas pueden ser alimentadas con una pequeña superficie, cuidar la tierra y los seres humanos.” Lino tiene prisa por ser campesino, él sabe que es un trabajo físico pero muy gratificante : “Es un placer ver el resultado de tus esfuerzos. Me gusta observar los animalitos y ver su interacción con las plantas y las mejoras que he podido aportar al lugar en el que he trabajado. Ser campesino es el arte de cultivar la tierra y de hacerla más fértil, me gusta mucho ese lado poético del oficio.”
Para él el oficio de campesino es fundamental, es la creación del alimento vital para cada uno de nosotros. Él estima que es indispensable que los ciudadanos respeten a los campesinos que les alimentan y viceversa. “Ocúpate de mí porque yo me ocupo de ti”. En ese sentido quiere desarrollar los AMAP (Asociación para el Mantenimiento de la Agricultura Campesina) en Italia donde ese sistema apenas existe; sólo en una forma diferente y sin contrato de pre-compra. Para él es una bella acción militante que permite de compartir el riesgo con el agricultor. Se aplicará para ello en promover la energía social y la inteligencia colectiva local.
Lino está dispuesto a afrontar todos los retos de esta bella actividad cuya complejidad comprende : “No son simplemente hileras de ensaladas y de zanahorias, alrededor hay todo un mundo y eso es enorme. El campesino tiene la responsabilidad de cuidar de todo, de compartir y de dar, para sí mismo y para los otros.”
Sus consejos a los futuros neo-campesinos
“ ¡Inténtalo ! Si sientes que eso te interesa, ve e infórmate, busca una asociación o un agricultor que tenga ganas de compartir, mete las manos en la tierra, observa y después ¡lánzate ! El reto vale la pena “
“ ¡Sed responsables y generosos !”
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