En el pequeño mercado de Montsoreau a orillas del Loira cerca de Saumur encontraremos todos los domingos por la mañana a una sonriente Aurélie tras su mostrador de manzanas, peras, frambuesas y confituras bio. Sus clientes, habituales en su mayoría aprecian las más de seis variedades de manzanas y peras de calidad que ofrece. Desde que ella está hay nuevos productos en su mostrador; compotas o más bien purés de manzana (la normativa le prohíbe llamarlas compota de manzana al no llevar azúcar añadida), confituras variadas, zumos apetitosos, así como excelentes huevos bio que se agotan rápidamente, tal es la demanda.
Una pasión por los animales
Al ver su desenvoltura en el mercado se podría pensar que siempre se ha dedicado a ella, cuesta imaginar que hace apenas tres años, Aurélie daba de comer a leones, monos y loros en un zoológico. Amante de los animales su sueño fue estar en contacto cotidiano con ellos. Después de acabar el bachillerato S, se orientó sin dudar hacia la formación de cuidadora de animales. Una vez diplomada trabajó durante 4 años en un parque zoológico, pero pronto descubrió los límites de su puesto de trabajo. El ambiento humano era bastante “tóxico”, coleccionaba contratos temporales y no tenía ninguna perspectiva de evolución.
Su pareja, Jérôme, un arboricultor que alquila 20 ha de manzanos y perales cultivados en bio, quería precisamente desarrollar su actividad incluyendo animales en su explotación, pero no tenía tiempo de dedicarse a todo. Aurélie decide entonces (mayo de 2012) instalarse como agricultora en la EARL (Explotación Agrícola de Responsabilidad Limitada) que ya existía para dedicarse a la parte de cría de ganado. Prefiere una instalación sin ayuda financiera que de todos modos no conseguiría al no tener los diplomas requeridos para obtener subvenciones. El BPREA (Certificado Profesional de Responsable de Explotación Agrícola) requerido para solicitar ayudas le hubiera exigido un año de formación en temas de distribución y comercialización cuando ella ya podía beneficiarse del circuito de venta de Jérôme. Además, aceptar ayudas implicaba mostrar continuamente “la patita blanca” y realizar inversiones consecuentes; “Una inversión de 10 mil euros no les basta. Hubiera tenido que aceptar si no hubiera contado con Jérôme. Si no tienes ni tierras ni dinero no tienes más remedio que pasar por la instalación asistida, aunque las personas que conozco que la han solicitado están en general poco satisfechos.”
Piano, piano...
Al no tener dinero para inversión, el desarrollo del proyecto de Aurélie es muy lento, tanto más cuanto que ella tiene una actividad remunerada junto a Jérôme. Pero no importa, ella está dispuesta a tomarse el tiempo que haga falta, asume su opción de no seguir el clásico modelo agrícola de grandes inversiones para una rápida rentabilidad. Su objetivo son sus prioridades, en particular la preservación del bienestar animal: “Cuando los gastos de veterinario son más elevados que lo que produce una cabra puedes verte tentado a tomar decisiones no acordes con tus convicciones. En mi caso, como la actividad de cría no es la que nos da para vivir me tomo mi tiempo para desarrollar un modelo de acuerdo con mis valores, aunque sea totalmente opuesto al modelo clásico. Una consejera de la Cámara de Agricultura me dijo que no conocía a nadie como yo, para ellos yo no soy una verdadera agricultora.” Aurélie recurrió al CER (red asociativa de consejeros y expertos contables) para crear su empresa. Son ellos los que se pusieron en contacto con la MSA (Mutua Social Agrícola). Un consejero de la Cámara de Agricultura la ayudó a buscar informaciones adaptadas a su proyecto y le facilitó documentación sobre la cría de gallinas ponedoras.
Aurélie conoce bien las obligaciones y sacrificios que implica el ocuparse de animales cotidianamente. Por ese motivo nunca se rendirá. Empieza poco a poco como aficionada, compra algunas gallinas para hacerlas auxiliares de cultivo. En efecto, las gallinas son muy útiles en los huertos, escarban el suelo para comer las larvas de carpocapsa (una mariposa devastadora de los frutales conocida con el nombre latino de Cydia pomonella) al tiempo que fertilizan el terreno con sus heces. Así se forma un círculo virtuoso ya que el aporte proteico que representan las carpocapsas estimula la puesta del huevo.
Con las gallinas colaboran los cerdos chinos que también ha introducido Aurélie para escarbar aún más profundamente (procurando controlar el tiempo que pasan en una misma parcela so pena de encontrar un campo de batalla digno de las trincheras de la “Primera Guerra”). Construyó el gallinero con material de recuperación y ha habilitado viejas camionetas como gallineros móviles para desplazar el corral de parcela en parcela y gracias a esta pequeña innovación, los huertos están exuberantes. Ella vende los huevos y los productos de transformación de las legumbres de su pequeño huerto: “Lo que yo quiero es ocuparme de mis gallinas como los particulares, pero incluirlas en una estructura profesional.”
Ser agricultor, mas que una profesión, un modo de vida
Aurélie da mucha importancia a la alimentación y a la reproducción de sus animales, su anterior oficio le permite conocer bien sus necesidades nutricionales y su modo de emparejamiento, ella misma prepara una composición a base de semillas germinadas, de ortigas, de salvado y de residuos de la molienda (ver cuadro). Da de comer a los animales dos veces al día, por la mañana cuando salen y por la noche cuando se guardan, siempre en el mismo sitio para que reconozcan el lugar y vuelvan solas al gallinero. El alimento de la noche es indispensable porque el huevo se forma precisamente durante ese periodo.
“Un huevo contiene 2,3 g de calcio, la gallina necesita el doble de esta cantidad por día para hacerlo si no provendría de su esqueleto con riesgo de fragilizarla. El ideal es dar a la gallina 4,6 g de calcio por día. Para obtenerlo pongo cáscaras de ostras pulverizadas.” Su objetivo es seguir a sus gallinas durante todo el ciclo y para ello quiere habilitar un espacio dedicado a la reproducción. “A menudo los avicultores no hacen la reproducción de sus gallinas, se contentan con venderlas cuando dejan de poner y las alimentan con un mínimo coste a base de soja importada de Brasil y de alimentos hipernutritivos.” Sin embargo, en lo que respecta a la matanza, es indispensable disponer de un espacio conforme a las normas que Aurélie no puede construir sin ayuda financiera. Otra opción sería vender los animales vivos, pero sólo algunos clientes que viven en el campo están dispuestos a comprarlos.
A día de hoy, Aurélie es muy consciente de que ser agricultor es un modo de vida, no hay separación entre vida profesional y vida privada. Su entorno familiar proviene del mundo obrero no se siente concernido por su actividad, pero tampoco constituye un freno, “Mi madre me había dicho hace tiempo que yo acabaría con un agricultor; yo veía entonces al cateto con las botas oliendo a estiércol”. Algunos amigos se han alejado, otros han aceptado su opción de vida y han ayudado con agrado en las obras de construcción de la granja.
En cuanto al contacto con los otros agricultores de la zona, éste es casi inexistente pero cordial. “Jérôme ha sido visto durante mucho tiempo como un iluminado porque fue el único que pasó a cultivo bio hace veinte años. Todos los que afirmaban que eso no sería viable han acabado por vender a la cooperativa. Jérôme vive hoy de su cooperativa y es independiente” Aurélie se ha integrado muy bien en los mercados en los que Jérôme era ya conocido, nunca falta al animado desayuno matinal con sus colegas en el mercado de Montsoreau, antes de la llegada de los clientes.
Los consejos de Aurélie
“Hay que cuestionarse constantemente y no dormirse en los laureles, lo reinventas todo, no hay protocolo, hay que equivocarse. Se aprende del fracaso.”
“Cuando se trabaja en pareja, hay que tomarse el tiempo de hablar de los proyectos comunes y de los proyectos personales si no pueden surgir incomprensiones que pueden debilitar el todo. Hay que saber dosificar, no dejarse llevar por la pasión, siempre hay algo que hacer y eso puede aislarte de tu familia y de tus amigos.”
“La asociación de animales y de producción vegetal es muy interesante, pero el proyecto ha de ser realizado por un arboricultor (u otro) y un ganadero para que funcione.”
Una receta casera que les encanta a las gallinas de Aurélie
Las gallinas, así como muchos otros animales asimilan mucho mejor las semillas si están germinadas (lo que permite obtener el mismo beneficio con menor cantidad).
Para hacer germinar las semillas sólo hace falta un saco de tela. Poned las semillas en remojo varias horas, aclaradlas, luego dejadlas escurrir sobre el saco durante un día al sol. Al día siguiente, meted el saco en agua y secadlo de nuevo al sol. Repetid la operación un tercer día. ¡Y ya está, han germinado!
¿Qué semillas se ponen a germinar para el alimento de las gallinas? Las tres cuartas partes de la ración son harina gruesa (salvado molido) y salvado de trigo bio, a esto se añaden en cantidades iguales guisantes (aportan proteínas), girasol, avena y cebada. Si sólo queda trigo, siempre es mejor que nada. Evitad darles maíz que las hace demasiado grasas.
Todo lo anterior se mezcla con una infusión de ortigas que contribuyen al buen funcionamiento de los órganos y de las articulaciones.
La pasta húmeda que se obtiene vuelve locas a las gallinas.
Esta receta debe elaborarse cada día ya que no se conserva porque fermenta.
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