Traducción del artículo de Lisa Hör para la revista 18h39.
DESCUBRIMIENTO – Los guionistas de esta novela gráfica han ido a conocer en persona a los actores de la permacultura. ¡Comparten con nosotros una historia motivadora y soluciones aplicables a la vida cotidiana!
¿Es la permacultura sólo cosa de «hippies»? ¿Es una técnica de agricultura que sólo puede practicarse en el campo y que los habitantes de las ciudades pueden ignorar?
Precisamente contra estas ideas preconcebidas se pronuncia la novela gráfica “Permacomix”, de Guizou (guionistas) y de Cécile Barnéoud, ilustradora, traducida del francés y publicada por la editorial Kaicron.
Trás el seudónimo -Guizou- se encuentra una pareja de guionistas, «permacultores empedernidos y actores comprometidos de la transición ecológica», que siguieron cursos de permacultura en los que descubrieron que, aunque el objetivo inicial era recobrar un modelo de agricultura sostenible, esta filosofía podía aplicarse a la vida cotidiana, no sólo en el huerto, sino también en el hogar, o incluso en las relaciones personales, con vecinos, compañeros de trabajo… basándose en normas éticas que recomiendan estar atentos tanto a la naturaleza como a las personas.
«Ese año de descubrimientos fue un verdadero punto de inflexión en nuestras vidas. Para nuestro entorno éramos un poco como «extraterrestres simpáticos», por lo que conocer a tantas personas conscientes de los problemas actuales y con voluntad de actuar, aunque eso significase transformar sus vidas por completo, ¡nos hizo mucho bien!«, confían.
Además de transponer los principios de la permacultura a sus vidas, desde el residuo cero a la renovación ecológica de su casa, decidieron contar su toma de conciencia en una novela gráfica, a través de dos personajes de ficción… que se parecen a ellos.
Periodista: ¿Por qué quisisteis contar la historia de la transición de una pareja a una vida guiada por los principios de la permacultura?
Guizou: Cuando uno observa nuestra sociedad con perspectiva y se da cuenta de que vamos directos al fracaso, no puede quedarse de brazos cruzados. Eso es lo que les ocurre a Gaëtan e Izia y eso es lo que nos pasó también a nosotros.
Creemos que la permacultura es una alternativa real a los males de nuestra sociedad. Queríamos escribir un libro que fuera accesible al mayor número posible de personas para presentarles estas soluciones aplicables a nuestras vidas cotidianas, a nuestra vida en sociedad y a mayor escala, metafóricamente, es como sembrar semillas entre los lectores, esperando, de todo corazón, que germinen.
Esta novela gráfica forma parte de las acciones que llevamos a cabo y que nos permiten dar sentido a nuestras vidas concienciando y aportando posibles soluciones. Un librero, a quien agradecemos calurosamente, escribió que Permacomix «es un libro que hay que poner en manos de todos para preparar el mundo de mañana«. No podría habernos hecho un elogio mejor.
Periodista: ¿Era especialmente importante para vosotros mostrar la dificultad de cambiar de vida en pareja, las tensiones, los debates que pueden surgir? ¿Habéis observado o experimentado estas dificultades?
Guizou: Sí, experimentamos esa búsqueda de sentido. Queríamos contribuir a la transición ecológica y fuimos al encuentro de quienes lo dejaron a veces todo por vivir de acuerdo con sus valores. Queríamos mostrar la realidad de un cambio de vida, sin idealizar demasiado, alejarnos del tópico de permacultura = la casita de la pradera, y explicar que nos invita, no sin dificultades, a responsabilizarnos de nuestros actos y a encontrar nuestro lugar como especie entre las demás del planeta, respetando el funcionamiento de la naturaleza. Nos guía, con el ejemplo, hacia la unión de fuerzas con el objetivo de inventar y preparar, lo mejor posible, una sociedad «post-combustibles fósiles a voluntad» y «post-crecimiento ilimitado».
Izia tiene los pies en la tierra, mientras que Gaëtan es más soñador y se deja llevar por el entusiasmo. Ella se proyecta en el futuro viendo lo negativo de este modo de vida, mientras que Gaëtan visualiza primero lo positivo. Al final, se complementan, ¡aunque no fuera evidente al principio!
«La permacultura nos invita a reconectar, a reducir la velocidad y a disfrutar de lo esencial.» Guizou
Periodista: Aunque Izia y Gaëtan encuentren un compromiso que les conviene quedándose en la ciudad, al final marcan todas las casillas para reducir su huella de carbono y hacer que su transición ecológica sea un éxito. Pero puede parecer difícil hacerlo todo a la perfección… ¿Cómo no desanimarse ante la magnitud de la tarea?
Guizou : No se trata de hacerlo todo perfecto de inmediato, sino paulatinamente, empezando por mirar las cosas desde otra perspectiva y cuestionando nuestro modo de vida actual : ¿qué nos hace realmente felices?, ¿qué nos entristece?, ¿qué es lo esencial, lo superfluo?, seguir por conocer las consecuencias inmediatas y remotas de nuestros actos, descubrir con alegría las alternativas que existen… y sólo entonces trazar un plan de acción para cambiar las cosas a nuestro ritmo, a nuestra escala y animar a otros a hacer lo mismo, particulares, empresas y gobiernos.
La permacultura nos invita a reconectar con nuestra esencia, a ralentizar el ritmo y sentir verdadero placer al centrarnos en lo esencial. Esto puede significar, por ejemplo, recuperar el placer de comer mejor descubriendo la satisfacción de cocinar verduras ecológicas de un agricultor al que conoces personalmente, sustituir horas ante una pantalla (vídeos, juegos, redes sociales) por sesiones de juegos de mesa con la familia, los amigos o los vecinos, o incluso atreverse a cambiar de trabajo para hacer algo que realmente nos guste y que parezca coherente con la sociedad que queremos construir.
Lo importante es empezar a actuar y alegrarse de cada paso en la dirección correcta. Ya verás como enseguida le coges el tranquillo y los pasos se van haciendo cada vez más grandes de forma natural. Mejor aún si lo compartes con los demás.
Periodista: Habláis de cómo la permacultura puede ayudar a la toma de decisiones en grupo, ya sea en una granja gestionada por un colectivo o en un edificio con sus vecinos. ¿Podéis darnos un ejemplo de una «herramienta» que utilizáis a diario?
Guizou: Uno de los principios de la permacultura es ocuparse de las personas: en un colectivo eso significa tener en cuenta los deseos y las necesidades de cada uno, saber escuchar a los demás, saber ponerse en su lugar para tomar decisiones adaptadas a todos. En este enfoque, el grupo (de trabajo, vecinal, etc.) toma decisiones por consentimiento sin que exista una estructura piramidal o un sistema de votación en el que la mayoría impone su decisión a los demás. Así pues, para cada propuesta, una mesa redonda garantiza que nadie tenga objeciones de peso. La idea es que todos puedan vivir con la decisión tomada. Si uno de los miembros se opone, el grupo trabaja para cambiar la propuesta y eliminar esa objeción. Y así sucesivamente.
La Comunicación No Violenta (CNV) está demostrando ser también una herramienta muy poderosa para facilitar la comunicación cuando hay emociones de por medio. No es una fórmula mágica y no siempre es fácil aplicarla cuando los ánimos se exaltan, pero con el tiempo se mejora y los intercambios son mucho más constructivos.
Periodista: ¿Qué aspecto tendría para vosotros la casa «ideal» construída según los principios de la permacultura?
Guizou: Sería una casa respetuosa con su entorno, cuya construcción haya tenido el mínimo impacto posible, hecha en la medida de lo posible con materiales naturales locales (piedra, madera, tierra, paja…) y cuyo uso consuma los menos recursos posibles y emita la menor cantidad de gases de efecto invernadero. Sería, pues, una casa pequeña, cómoda y muy bien aislada, reformada de forma ecológica en lugar de construida desde cero, para no ampliar artificialmente el terreno y emitir un mínimo de CO2.
Como mostramos en el libro, la construcción de un metro cuadrado de una casa clásica de hormigón emite de media 425 kgCO2e/m² frente a los apenas 35 kgCO2e/m² de la eco-renovación de una casa o piso ya existente.
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